domingo, 28 de abril de 2013

Literatura del Siglo XIX


ROMANTICISMO

El romanticismo frente a los valores impuestos por el mundo burgués y su sociedad mercantil y racional, defiende el Poder creador del espíritu. El “yo” artístico se convierte en el principal impulso de la creación y su libertad absoluta la única regla que se debe incluir y cumplir.

De la exaltación del “yo” y del ideal de libertad se derivan las principales características de este movimiento:

Rechazo de una realidad: que se opone a los ideales del escritor y la consecuente huida o evasión.

Por medio de la imaginación: los países exóticos, el pasado (la Edad Media en especial) se convierten en los refugios idealizados por los escritores románticos.
Análisis de la intimidad: la expresión de los sentimientos constituye una preocupación obsesiva. Y el escritor encuentra, al explorar en su interior, la desesperación, la melancolía, la soledad, angustia o tristeza.
Importancia de paisajes o ambientes: descripción de la naturaleza que sirve para exteriorizar los paisajes interiores del artista. Ruinas, crepúsculos, tormentas, jardines abandonados, mazmorras, cementerios, etc.
En cuanto a la técnica o estructura, de la obra literaria, la libertad creativa, se manifiesta en la mezcla y confusión de distintos géneros, aún dentro de la misma obra. Los personajes suelen ser tipos literarios, sin demasiadas complejidades psicológicas. El estilo dominante suele ser retórico y trata de lograr una sonoridad y una brillantez a veces excesiva.

PROSA ROMÁNTICA

A comienzos del Siglo XIX se inicia un género de gran éxito, la novela histórica, que sigue la moda y sitúa sus argumentos en tiempos pasados. En este género no se produjeron obras maestras ni siquiera autores destacados, a excepción quizás de El Señor de Bembibre (1844) de Enrique Gil y Carrasco. Por ello, el mayor interés reside en los artículos costumbristas (se caracterizan por la descripción de tipos y costumbres sociales o populares con una intención didáctica: mejorar la sociedad), y en el debate ideológico y cultural que se entabló en periódicos y revistas. La máxima figura de la prosa romántica es Mariano José de Larra.

Larra cultiva todos los géneros, pero la mayor importancia literaria de este autor reside en sus artículos periodísticos. Los más importantes de los cuales son, sobretodo, los artículos de costumbres. Actitud crítica. Irónica y mordaz al tratar de la vida española, de sus vicios y defectos, pues su deseo es el progreso de una sociedad estancada en la pereza y en el atraso.

Vuelva usted mañana y El castellano viejo.

Sus artículos de crítica literaria, se centraron principalmente en el teatro. Escribió reseñas de estrenos y en ellos intercaló posiciones de su teoría dramática. Su estética literaria se compendia (reúne) en el artículo titulado Literatura. Los artículos políticos corresponden a los últimos años de su vida, y en ellos el Larra combativo y defensor de sus ideales liberales deja paso al Larra del desengaño y la desesperanza, próximo ya al suicidio. El día de difuntos de 1836. La estructura con la que compone sus artículos es variable. Con frecuencia se encuentra como testigo de unos hechos, en ocasiones los describe a modo de corta y otras veces como si hubieran sido un sueño. Son habituales las digresiones morales o filosóficos en los que exponen sus teorías. El lenguaje es junto con su aguda y viva observación de la realidad, lo que le ha asegurado la vigencia literaria: se trata de un lenguaje natural, claro y preciso, alejado del retoricismo.

POESIA

La lírica romántica no triunfó en España hasta finales de la década de los 30 y su periodo de plenitud duró unos 20 años. Sin embargo, puede hablarse de un postromanticismo o de una segunda generación romántica que se desarrolló durante la segunda mitad del Siglo. Y en las que surgen dos poetas caracterizados por un romanticismo íntimo, que los convirtió en puentes hacia la lírica moderna. Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.  La aportación renovadora del Romanticismo se aprecia en todos los aspectos de la poesía. El léxico: se puebla de términos que reflejan el espíritu de la época: la insatisfacción, las ilusiones, la melancolía, la pasión, ideales, frustración, etc. Las imágenes: se llenan de exotismo, de paisajes crepusculares o misteriosos, tratados con una sensorialidad muy cuidada. Métrica: se usan todo tipo de estrofas y versos, aunque se tiende al uso de las formas más populares. El romance se convierte en una de las composiciones preferidas. En el poema se mezclan versos de distinta medida y diferentes formas estróficas, lo que produce una sensación de mayor libertad y dinamismo.

Temas: el amor ocupa un lugar preponderante. Es un amor apasionado, casi siempre imposible de alcanzar lo que motiva la profunda desgracia del poeta. Junto al amor aparece la preocupación religiosa, la angustia ante la muerte y además los motivos sociales y políticos: mediante la aparición de personajes rebeldes (el pirata, el preso, etc...) El poeta expone sus anhelos de libertad y los obstáculos que encuentra para lograrlos. Tendencias: Poesía narrativa cuyos motivos más comunes son las leyendas y asuntos históricos como ocurre en Leyendas en Verso de Zorrilla o en Los romances Históricos del Duque de Rivas.

Los poetas más representativos de la 1ª generación de Románticos:

José Zorrilla en poesía, José de Espronceda El estudiante de Salamanca y el Duque de Rivas Romances Históricos.

A la segunda generación, al postromanticismo pertenecen: Gustavo Adolfo Bequer  con Rimas y Rosalía de Castro En las Orillas del Sar. De Bécquer hace en buena medida la poesía moderna ya que su romanticismo evolucionó hasta lograr una nueva sensibilidad y un léxico poético muy alejado del léxico retórico y gastado de sus antecesores. No menos importante es en este sentido la poesía de Rosalía de Castro en la que predomina la melancolía, soledad, dolor y la autenticidad de su voz poética.

TEATRO

La introducción del Drama Romántico en Españase retrasó por la supervivencia del teatro neoclásico en las primeras décadas del Siglo.

Ambas tendencias convivieron en los escenarios, originando debates sobre preceptiva y estética teatrales. Las características principales son:

Se produce la ruptura con las reglas  de la preceptiva teatral aristotélica que con tanto rigor habían impuesto los dramaturgos neoclásicos.
Libertad de creación, valor supremo que rige la creación teatral. Se mezclan géneros cómicos y trágicos y se emplean indistintamente el verso y la prosa en una misma obra, aunque al final terminará triunfando el verso.
Estructura: las obras pueden estar divididas en 3, 4 o 5 actos y el texto incluye numerosas acotaciones para la descripción de personajes decorados con situaciones.
Genero: el más cultivado, el Drama histórico.
Edad Media: momento histórico preferido, si bien el mundo medieval solo es marco para tratar los problemas sociales del Siglo XIX. Los escenarios representan cementerios, mazmorras, lugares abandonados, bosques tenebrosos, etc.
Protagonistas: un hombre y una mujer que se enfrentan a la imposibilidad de su amor. El héroe suele estar rodeado de un origen misterioso que al final suele revelarse como de procedencia noble, incluso emparentado con el antagonista. La mujer reúne en sí todas las virtudes psíquicas e intelectuales, pero el amor que ella enciende conduce a la destrucción. Los demás personajes son sólo simples espectadores del amor trágico o actúan como oponentes a la consecución de ese amor.
El gran tema es el amor: fatídico y apasionado que se opone a las normas sociales y arrastra a quien la padece a la muerte. Otro tema es la libertad, el anhelo de alcanzar una libertad absoluta (política, social o humana) que se ve impedido por el entorno o destino. El desenlace trágico, la muerte final que acecha a los protagonistas no es una lección moral, en la que haya un castigo por sus amores ilícitos sino un grito de dolor y rebeldía en contra de un mundo que no admite el cumplimiento de los ideales.

Los autores y obras más importantes del drama romántico son:

La conjugación de Venecia  de Francisco Martínez de La Rosa, Don Álvaro y la fuerza del Sino Duque de Rivas, El trovador  de Antonio García Gutierrez, Los amantes de Teruel de Juan Eugenio Hartzenbusch  y Don Juan  de José Zorrilla.

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