domingo, 28 de abril de 2013

Examen de literatura y última actividad del bloque 1.




El siguiente enlace es para que realicen la actividad de relación de autores literarios.




El siguiente enlace es para que resuelvan el examen de la materia de literatura titulado "El Género Dramático"





SIGLO XX HASTA 1939; DE 1939-1975


1. Hasta 1939

-MODERNISMO                             Machado
-GENERACIÓN DEL 98                                                      J.Ramón Jiménez

-NOVENTISMO a GENERACIÓN DEL 27
-VANGUARDIAS
-GENERACIÓN DEL 27
-TEATRO HASTA 1939

 2. 1939-1975

-La novela desde 1939
-La poesía desde 1939
-El teatro desde 1939
-El ensayo desde 1939

 Hasta 1939 (Guerra Civil):

El modernismo y generación del 98

A finales del siglo XIX, aparece en España el Modernismo que coexiste con un grupo de intelectuales llamado Generación del 98. Ambos movimientos literarios coinciden en percibir el movimiento histórico por el que pasa el país con insatisfacción; pero mientras los modernistas buscan la evasión de la realidad mediante la expresión de lo fantástico, lujoso y sensualidad (musicalidad, colores, texturas, aromas...), los noventayochistas tratan temas de la actualidad española y el estilo es más sobrio.


La temática y estilo de uno y otro grupo requieren el uso de una terminología bien diferenciada. Los modernistas consiguen crear un efecto mas cosmopolita, retórico y extravagante gracias a la introducción de neologismos y cultismos. El léxico de los noventayochistas es más sencillo: buscan la claridad e incluso a veces emplean arcaísmos para dar mayor sensación de autenticidad y espíritu popular. Se suele incluir en el modernismo a Ruben Darío, Francisco Villaespesa y Manuel Machado; y en la generación del 98 a Miguel de Unamuno, Azorín y Pío Baroja. Mientras que otros escritores como Antonio Machado y Valle Inclán son difíciles de clasificar porque en ellos encontramos características de los dos grupos literarios. El género literario más empleado en el modernismo es la poesía lírica, en la que se introducen numerosas innovaciones métricas. La novela y el ensayo que se adapta muy bien al desarrollo de los más diversos temas, serán los expresivos más frecuentes en los autores del 98.


EL MODERNISMO

Se denomina así al movimiento literario nacido en Hispanoamérica en el ultimo cuarto del siglo XIX y difundido por España por Rubén Darío.

En su proceso de formación influyeron decisivamente dos movimientos artísticos de origen francés. El “Parnasianismo” (retorno de temas mitológicos y antigüedad greco-latina) y el simbolismo (atribución de significados subjetivos a colores, formas, seres, etc.) El auge del modernismo fue breve y puede considerarse acabado hacia 1915, pero su importancia fue decisiva para la evolución de la poesía española pues supuso una renovación total. El modernismo fu, sobretodo, un movimiento poético aunque también se cultivó la novela, el cuento y el teatro.


En cuanto a los temas se distinguen dos líneas principales, la que trata de asuntos del pasado o exóticos y la que da lugar a la expresión de la intimidad del poeta y en ambos es perceptible la huella del romanticismo. La primera, la línea escapista es la más representativa, los ámbitos en que se refugia el poeta modernista en busca de la belleza son lugares exóticos y épocas antiguas. Se construyen palacios, jardines, pagodas, como si fueran decorados por los que desfilan caballeros, princesas, guerreros legendarios, cisnes, ninfas y centauros. No hay límite geográfico, Japón o París, Chile o Grecia tienen cabida en el poema si permite la ambientación de algo hermoso. El erotismo y las conductas amorales aparecen con frecuencia, como muestra del espíritu rebelde y antiburgués que late en el fondo de la actitud modernista.

La línea intimista trasluce el mal estar del poeta con lo que le rodea. El amor y el mundo son vistos con ojos melancólicos. Hay un deseo de plenitud que resulta irrealizable. En los poemas esta nostalgia y desasosiego se enmarcan en paisajes otoñales o despoblados, jardines crepusculares (el atardecer), de clara raíz romántica.

Los poetas modernistas explotan todas las posibilidades del idioma en buscar lo bonito. El color es fundamental y la adjetivación cromática recorre todas las gamas. El poeta modernista se sirve de un léxico muy rico (neologismos, cultismo, etc) para crear sonoridad.

La musicalidad del verso es otro instrumento que se acomoda a los temas y palabras. Se encuentran al frente de las composiciones. El sentido musical viene dado por la habilidad en el uso de la métrica. Los modernistas se inclinan por el alejandrino, dodecasílabo o eneasílabo, poco usadas hasta entonces. Los cuidados esquemas acentuales proporcionan el ritmo musical al poema.

En España se puede considerar como propulsor del movimiento a Salvador Rueda. Pero las figuras más importantes de la poesía modernista son Antonio Machado Soledades, Galerías y Otros poemas, y Juan Ramón Jiménez Arias tristes, Jardines Lejanos y La Soledad Sonora. Aunque ambos evolucionarán alejándose del modernismo. En estos dos autores y algún otro como Manuel Machado y Eduardo Marquina, la poesía adquiere un tono más intimista y se expresa con modos más cercanos al simbolismo .

En cuanto a la narrativa y al teatro hemos de destacar las Sonatas de Valle Inclán, y en la corriente denominada teatro político la obra de Eduardo Marquina, Las hijas del Cid.



LA GENERACIÓN DEL 98

Aunque los primeros años del Siglo XX continúan las tendencias narrativas de finales el Siglo XIX, es en esta época cuando se da la reacción contra el realismo y el naturalismo. En los jóvenes novelistas se observa una voluntad de renovación. En 1902 se publican cuatro títulos con una concepción novelística nueva. Y son:

-          La voluntad de Azorín.

-          Camino de Perfección de Pío Baroja

-          Sonata de Otoño de Valle Inclán

-          Amor y Pedagogía de Unamuno

Dos circunstancias provocan la irrupción de estos autores en el panorama intelectual y literario: el ambiente de crisis política, económica y moral que se vivía a finales del siglo XIX, agudizado por la perdida de las últimas colonias en 1898, año que da nombre a la generación. Y el agotamiento de temas y formas de la literatura del siglo anterior. Por ello, los escritores del 98, entre los que se incluye a Unamuno, Azorín, Baroja y parte de la obra de Antonio Machado y de Valle Inclán, manifiestan su protesta contra las costumbres decadentes dela sociedad española y proponen una reforma total en las conductas sociales y morales de los españoles. Además, defienden el subjetivismo, la visión personal de las cosas, frente a la fiel reproducción de la realidad que pretendían los autores del XIX. Los temas predominantes son:

A) Tema de España; enfocado desde una visión subjetiva e individualista, aunque en todos los autores hay un objetivo, el descubrimiento del alma de España y ello por medio de tres elementos: El paisaje: el de Castilla en especial, en el que se descubren el espíritu austero y sobrio del hombre castellano. La historia: pero no de los grandes acontecimientos políticos o bélicos, sino la historia del hombre anónimo, la de la vida cotidiana, a la que Unamuno llamó Intra-Historia. La literatura: volviendo a los autores medievales como Berceo, Rojas o Manrique, y a los clásicos olvidados como Góngora o Gracián. Especial interés por Cervantes y El Quijote y así como por Larra.

B) Tema existencial que abarca desde la preocupación por el sentido de la vida hasta los problemas de carácter religioso, pasando por conflictos psicológicos del ser humano. Las distintas actitudes ante estos temas difieren de unos autores a otros. Angustia y obsesión por el deseo de inmortalidad en Unamuno; Preocupación por la caducidad de lo terrenal en Azorín; o incredulidad religiosa en Baroja.

La técnica estilística y literaria también se vio afectada por el talante reformador. El aspecto más característico es el rechazo de la expresión retórica y grandilocuente. Todos los autores tienen la necesidad de un retorno a lo sencillo y claro, pero sin perder la fuerza expresiva. Tienden a la precisión léxica, a la elección de la palabra justa. Muchas veces buscan vocablos extraños por su sabor local o arcaizante (terruñeras). El léxico se impregna de valoraciones subjetivas que revelan sus sentimientos íntimos. En cuanto a las construcciones sintácticas, evitan las oraciones excesivamente completas debido a esa tendencia a la sencillez. De ahí que proliferen las oraciones simples o, en todo caso, la yuxtaposición.

De Azorín La voluntad, Antonio Azorín y Doña Inés.

De Unamuno Amor y Pedagogía, Niebla y Tia Tula
De Pío Baroja El árbol de la ciencia y La Busca.
De Valle Inclán Sonatas, Trilogía sobre guerra Carlista y Tirano Banderas.

ANTONIO MACHADO

Nació en Sevilla en 1875 en el seno de una familia culta y liberal. Su padre, republicano, destacó como un importantísimo impulsor de los estudios folclóricos, publicó numerosas recopilaciones de poesía popular y colaboró así en la revalorización de la poesía tradicional que tanta importancia tuvo en el postromanticismo y después en toda la poesía española hasta entrado el siglo XX. En 1883, la familia se traslada a Madrid y Antonio estudió en la Institución Libre de Enseñanza, cuyo espíritu laico progresista y tolerante no se borró jamás del carácter de Machado. En 1899 se encuentra junto con su hermano Manuel en París viviendo de traducciones. Las estancias en París se alternan con la vida en Madrid donde frecuenta ambientes modernistas. En 1907 consigue la cátedra de Francés en el Instituto de Soria donde conoce a Leonor Izquierdo con la que se casó en 1909. La prematura muerte de Leonor en 1912 dejará una huella honda y dolorida en el poeta que decide trasladarse a Baeza y allí se trasladó en 1919 al Instituto de Segovia y en 1927 es elegido miembro de La Real Academia Española. Durante la guerra civil toma partido por la cause republicana. Gravemente enfermo marchó en exilio en Enero del 39 y poco después, el 22 de Febrero muere en al Localidad francesa de Collioure.




Obra Poética

Publica en 1903 su primer libro de poesía, Soledades, que reedita con modificaciones en 1907 con el título de Soledades Galerías Otros Poemas. Pero su obra más importante es Campos de Castilla que se publicó primero en 1912 pero cuya edición definitiva es en 1917. En esta obra se advierten cambios fundamentales con respecto a Soledades: la primera es considerada modernista, mientras que Campos de Castilla sería 98. Ahora se atenúan considerablemente el subjetivismo y la introspección típica del modernismo intimista y pasa a un primer plano la realidad exterior. Si en Soledades  el paisaje es simbólico en el que se proyecta el “yo” del autor, En Campos de Castilla el paisaje es de inspiración objetiva. Y, más que recrear una atmósfera sentimental propicia para la meditación, se describen paisajes reales. El “yo” del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros. Es como si Machado pretendiera buscar en los demás las claves de una realidad que no había encontrado en sí mismo. En buena medida Campos de Castilla supone la vuelta hacia cierta poesía realista como vía de salida de un modernismo simbolista ya agotado. Ello no será visto con buenos ojos por quienes, como Juan Ramón Jiménez, intentan también superar el modernismo pero por el camino de la poesía pura y no del realista, quedan así delimitadas las dos vías por las que transitará la poesía durante épocas. En esta obra conviven poemas muy diversos. Así, de acuerdo con el título abundan las que describen paisajes y gentes de Castilla y se nos presenta el contraste entre el pasado glorioso de estas tierras y su andrajoso presente.

Al lado de estos descriptivos textos hay otros que pintan una visión negra de lo español.

Cuando después de la muerte de Leonor (1912) Machado recuerda las tierras castellanas, desde Baeza su visión es más lírica y emotiva y el paisaje aparece otra vez teñido de subjetividad. También del período de Baeza son los poemas con paisajes y gentes andaluzas, en las que Machado  tras haber observado el mundo de latifundios, señoritos y miseria, presenta una dura visión de la España tradicional, religiosa y conservadora desde una ideología abiertamente progresista. La sección titulada “Proverbios y Cantares” presenta un tipo de poesía nuevo de carácter filosófico y moral. En estos poemas Machado aúna sus preocupaciones filosóficas y existenciales con las formas estróficas populares, todo ello envuelto frecuentemente en una sutil ironía aunque en ocasiones tienen un carácter circunstancial e incluso humorístico, estos poemas sirven para dar cauce a los más hondos pensamientos de Machado. Dios, la verdad, el sueño y la realidad, etc. El libro se cierra con la sección titulada Elogios en la que se nos muestra el dialogo intelectual que Machado entabla con otros escritores de su tiempo. Azorín, Rubén Darío, Unamuno, Juan Ramón Jiménez.


El realismo y Naturalismo





EL REALISMO

 Hacia la mitad del siglo XIX comienza a desarrollarse el segundo gran movimiento decimonónico: el realismo.

Surgido de una reacción contra la estética romántica, frente a la cual se va a valorar la “observación minuciosa de la realidad contemporánea". Como consecuencia, el género predominante será la novela, que se ajusta con mayor propiedad a los presupuestos estéticos del realismo, por lo que se puede decir que las características del Realismo son los de la novela realista. Observación objetiva: frente al subjetivismo e imaginación romántica, la obra realista nace de una observación y de un análisis previo de la realidad. El objetivo de la narrativa realista es la descripción y presentación de la vida real, estudiada desde todos los ángulos posibles: las obras de ficción se nos presentan como si fueran trozos verdaderos de la realidad.

Ambientación contemporánea: el escritor refleja el momento en que vive, no huye a otras épocas, sino que se instala en su sociedad y lo reproduce para que el lector los reconozca. En general dominan los personajes de clase burguesa, pero a medida que llega el fin de siglo, los personajes proletarios y marginales van ocupando un lugar más importante.




Planteamiento de tesis: la escritura está guiada por una tesis ideológica que el autor pretende defender con su creación e intenta convencer al lector en un maniqueísmo en la composición de los personajes fácilmente reducibles a “buenos y malos” y también repercute en la verosimilitud, pues a veces se fuerza la realidad para que se ajuste a las ideas previas del escritor.

Análisis psicológico de los personajes: la descripción del carácter de los personajes lleva a un estudio minucioso de los ambientes familiares, de la educación, de los acontecimientos pasados, como explicación de conducta o comportamiento. Estilo: se persigue un lenguaje natural, sobrio y alejada de efusiones y exageraciones. Sin embargo, cabe distinguir entre el lenguaje del narrador, que suele mantener un nivel culto, cuidado y literario y el lenguaje de los diálogos, donde se pone especial cuidado en la reproducción del habla real de los personajes, acorde con su condición social.

Presencia de un narrador omnisciente: el tipo de narrador más habitual es el que controla hasta el último detalle a su antojo e interviene frecuentemente en el relato emitiendo juicios o avanzando hechos que sucederán más tarde. El periódico como canal de difusión: muchas obras realistas se publicaron por entregas en los periódicos con una periodicidad mensual, esto afecta en ocasiones a la estructura novelística, que trata de mantener el interés dejando en suspenso la historia hasta el final de cada entrega.




Los autores más representativos de la narrativa realista son:

 Leopoldo Alas Clarín con La Regenta

Benito Pérez Galdós con Fortunata y Jacinta  y Episodios Nacionales
Emilio Pardo Bazán con Los pazos de Ulloa
Vicente Blasco Ibáñez con Cañas y barro
Pedro Antonio de Alarcón con El sombrero de tres picos
José María Pereda con Sotileza
Juan Valera con Pepita Jiménez

También se cultiva la poesía y el teatro.
En poesía destacaron Ramón de Campoamor con una poesía antiretórica y prosaica.

Y en teatro José de Echegaray, cuya mezcla de realismo prosaico y grandilocuencia romántica lo convirtió en autor de gran éxito y Premio Nóbel.



NATURALISMO

El siglo XIX es la gran época de la Novela Europea y produce una gran cantidad de obras maestras gracias a autores como en Francia Flaubert, Stendhal, Zola. En Inglaterra Dickens  y en Rusia Tolstoi y Dostoievsky. En Francia, hacia 1870, nació el Naturalismo que llevó al extremo los presupuestos realistas, este movimiento pretende remontarse a las causas de los comportamientos humanos y para ello tiene en cuenta las nuevas ideas científicas sobre el hombre (determinismo, herencia biológica, selección natural de las especies, etc) De esta manera ofrece una galería de personajes con taras físicas y morales y la novela se ocupará de explicar las razones de esos defectos insistiendo en los aspectos más miserables de la vida humana y de sus relaciones sociales. El naturalismo fue un movimiento muy polémico cuya máxima teórica y representante fue Emile Zola.

En España el novelista Emilio Pardo Bazán divulgó las ideas de Zola en un artículo titulado La cuestión Palpitante, pero las teorías en las que se basaba el movimiento naturalista casaban mal con el espíritu religioso de muchos autores por lo que el naturalismo tuvo poca repercusión en nuestro país. Se advierte alguna influencia de sus técnicas narrativas, más que su concepción del mundo, en algunas obras de Galdós, Clarín, Pardo Bazán y Blasco Ibáñez. En general, sirvió para tratar con más radicalidad los temas sociales, para indagar en aspectos sórdidos de la existencia y tratar de modo más directo los temas de carácter sexual. 

Literatura del Siglo XIX


ROMANTICISMO

El romanticismo frente a los valores impuestos por el mundo burgués y su sociedad mercantil y racional, defiende el Poder creador del espíritu. El “yo” artístico se convierte en el principal impulso de la creación y su libertad absoluta la única regla que se debe incluir y cumplir.

De la exaltación del “yo” y del ideal de libertad se derivan las principales características de este movimiento:

Rechazo de una realidad: que se opone a los ideales del escritor y la consecuente huida o evasión.

Por medio de la imaginación: los países exóticos, el pasado (la Edad Media en especial) se convierten en los refugios idealizados por los escritores románticos.
Análisis de la intimidad: la expresión de los sentimientos constituye una preocupación obsesiva. Y el escritor encuentra, al explorar en su interior, la desesperación, la melancolía, la soledad, angustia o tristeza.
Importancia de paisajes o ambientes: descripción de la naturaleza que sirve para exteriorizar los paisajes interiores del artista. Ruinas, crepúsculos, tormentas, jardines abandonados, mazmorras, cementerios, etc.
En cuanto a la técnica o estructura, de la obra literaria, la libertad creativa, se manifiesta en la mezcla y confusión de distintos géneros, aún dentro de la misma obra. Los personajes suelen ser tipos literarios, sin demasiadas complejidades psicológicas. El estilo dominante suele ser retórico y trata de lograr una sonoridad y una brillantez a veces excesiva.

PROSA ROMÁNTICA

A comienzos del Siglo XIX se inicia un género de gran éxito, la novela histórica, que sigue la moda y sitúa sus argumentos en tiempos pasados. En este género no se produjeron obras maestras ni siquiera autores destacados, a excepción quizás de El Señor de Bembibre (1844) de Enrique Gil y Carrasco. Por ello, el mayor interés reside en los artículos costumbristas (se caracterizan por la descripción de tipos y costumbres sociales o populares con una intención didáctica: mejorar la sociedad), y en el debate ideológico y cultural que se entabló en periódicos y revistas. La máxima figura de la prosa romántica es Mariano José de Larra.

Larra cultiva todos los géneros, pero la mayor importancia literaria de este autor reside en sus artículos periodísticos. Los más importantes de los cuales son, sobretodo, los artículos de costumbres. Actitud crítica. Irónica y mordaz al tratar de la vida española, de sus vicios y defectos, pues su deseo es el progreso de una sociedad estancada en la pereza y en el atraso.

Vuelva usted mañana y El castellano viejo.

Sus artículos de crítica literaria, se centraron principalmente en el teatro. Escribió reseñas de estrenos y en ellos intercaló posiciones de su teoría dramática. Su estética literaria se compendia (reúne) en el artículo titulado Literatura. Los artículos políticos corresponden a los últimos años de su vida, y en ellos el Larra combativo y defensor de sus ideales liberales deja paso al Larra del desengaño y la desesperanza, próximo ya al suicidio. El día de difuntos de 1836. La estructura con la que compone sus artículos es variable. Con frecuencia se encuentra como testigo de unos hechos, en ocasiones los describe a modo de corta y otras veces como si hubieran sido un sueño. Son habituales las digresiones morales o filosóficos en los que exponen sus teorías. El lenguaje es junto con su aguda y viva observación de la realidad, lo que le ha asegurado la vigencia literaria: se trata de un lenguaje natural, claro y preciso, alejado del retoricismo.

POESIA

La lírica romántica no triunfó en España hasta finales de la década de los 30 y su periodo de plenitud duró unos 20 años. Sin embargo, puede hablarse de un postromanticismo o de una segunda generación romántica que se desarrolló durante la segunda mitad del Siglo. Y en las que surgen dos poetas caracterizados por un romanticismo íntimo, que los convirtió en puentes hacia la lírica moderna. Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.  La aportación renovadora del Romanticismo se aprecia en todos los aspectos de la poesía. El léxico: se puebla de términos que reflejan el espíritu de la época: la insatisfacción, las ilusiones, la melancolía, la pasión, ideales, frustración, etc. Las imágenes: se llenan de exotismo, de paisajes crepusculares o misteriosos, tratados con una sensorialidad muy cuidada. Métrica: se usan todo tipo de estrofas y versos, aunque se tiende al uso de las formas más populares. El romance se convierte en una de las composiciones preferidas. En el poema se mezclan versos de distinta medida y diferentes formas estróficas, lo que produce una sensación de mayor libertad y dinamismo.

Temas: el amor ocupa un lugar preponderante. Es un amor apasionado, casi siempre imposible de alcanzar lo que motiva la profunda desgracia del poeta. Junto al amor aparece la preocupación religiosa, la angustia ante la muerte y además los motivos sociales y políticos: mediante la aparición de personajes rebeldes (el pirata, el preso, etc...) El poeta expone sus anhelos de libertad y los obstáculos que encuentra para lograrlos. Tendencias: Poesía narrativa cuyos motivos más comunes son las leyendas y asuntos históricos como ocurre en Leyendas en Verso de Zorrilla o en Los romances Históricos del Duque de Rivas.

Los poetas más representativos de la 1ª generación de Románticos:

José Zorrilla en poesía, José de Espronceda El estudiante de Salamanca y el Duque de Rivas Romances Históricos.

A la segunda generación, al postromanticismo pertenecen: Gustavo Adolfo Bequer  con Rimas y Rosalía de Castro En las Orillas del Sar. De Bécquer hace en buena medida la poesía moderna ya que su romanticismo evolucionó hasta lograr una nueva sensibilidad y un léxico poético muy alejado del léxico retórico y gastado de sus antecesores. No menos importante es en este sentido la poesía de Rosalía de Castro en la que predomina la melancolía, soledad, dolor y la autenticidad de su voz poética.

TEATRO

La introducción del Drama Romántico en Españase retrasó por la supervivencia del teatro neoclásico en las primeras décadas del Siglo.

Ambas tendencias convivieron en los escenarios, originando debates sobre preceptiva y estética teatrales. Las características principales son:

Se produce la ruptura con las reglas  de la preceptiva teatral aristotélica que con tanto rigor habían impuesto los dramaturgos neoclásicos.
Libertad de creación, valor supremo que rige la creación teatral. Se mezclan géneros cómicos y trágicos y se emplean indistintamente el verso y la prosa en una misma obra, aunque al final terminará triunfando el verso.
Estructura: las obras pueden estar divididas en 3, 4 o 5 actos y el texto incluye numerosas acotaciones para la descripción de personajes decorados con situaciones.
Genero: el más cultivado, el Drama histórico.
Edad Media: momento histórico preferido, si bien el mundo medieval solo es marco para tratar los problemas sociales del Siglo XIX. Los escenarios representan cementerios, mazmorras, lugares abandonados, bosques tenebrosos, etc.
Protagonistas: un hombre y una mujer que se enfrentan a la imposibilidad de su amor. El héroe suele estar rodeado de un origen misterioso que al final suele revelarse como de procedencia noble, incluso emparentado con el antagonista. La mujer reúne en sí todas las virtudes psíquicas e intelectuales, pero el amor que ella enciende conduce a la destrucción. Los demás personajes son sólo simples espectadores del amor trágico o actúan como oponentes a la consecución de ese amor.
El gran tema es el amor: fatídico y apasionado que se opone a las normas sociales y arrastra a quien la padece a la muerte. Otro tema es la libertad, el anhelo de alcanzar una libertad absoluta (política, social o humana) que se ve impedido por el entorno o destino. El desenlace trágico, la muerte final que acecha a los protagonistas no es una lección moral, en la que haya un castigo por sus amores ilícitos sino un grito de dolor y rebeldía en contra de un mundo que no admite el cumplimiento de los ideales.

Los autores y obras más importantes del drama romántico son:

La conjugación de Venecia  de Francisco Martínez de La Rosa, Don Álvaro y la fuerza del Sino Duque de Rivas, El trovador  de Antonio García Gutierrez, Los amantes de Teruel de Juan Eugenio Hartzenbusch  y Don Juan  de José Zorrilla.

Literatura del siglo XVIII

Romeo y Julieta.


El siguiente enlace es para que realicen la lectura de la obra Romeo y Julieta de William Shakespeare

http://ebookbrowse.com/romeo-y-julieta-resumen-de-la-obra-por-actos-y-escenas1-pdf-d48876592

A continuación elabora un resumen sobre la obra leída rescatando aspectos relevantes de la historia.



Literatura del siglo XVIII

NEOCLASICISMO

Desde el punto de vista literario el S. XVIII suele designarse como la época del neoclasicismo, pues este refleja de mejor manera el espíritu del momento.

Sin embargo hay que indicar la existencia de otras dos tendencias, que, dentro del S XVIII enmarcan al neoclasicismo: El Post Barroquismo, que continúa las características             formales del barroco hasta mediados del siglo, y el prerromanticismo, una corriente sensible y melancólica que surge en el último tercio del S XVII.

Las características más importantes del neoclasicismo son:

La obra debe tener un alcance universal y aire de verosimilitud. Se debe mantener la unidad de estilo y separación de géneros, evitando mezclar en una misma obra, lo trágico con lo cómico, el verso con la prosa y el tono elevado con el familiar.

La obra debe tener una finalidad moral y educativa.
La prosa divulgativa y el ensayo, serán los géneros preferidos.

LA PROSA

La producción literaria de la primera mitad del Siglo procede de tendencias barrocas, como ocurre con Vida de Diego de Torres y Villaroel.

A la segunda mitad del siglo pertenece Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, de José Francisco de Isla, sátira humorística contra la oratoria de la época llena de artificios culteranos.

Muchos mas apropiados al talante de la época, la prosa didáctica y el ensayo obtienen esplendor inusitado con nombres como Feijoo, Cadalso y Jovellanos. La obra más importante de Fray Benito Jerónimo Feijoo está recogida en ocho volúmenes de Teatro Crítico Universal, está formada por ensayos o disertaciones sobre diversas materias cuya intención era poner en conocimiento público los adelantos culturales del resto de Europa y destruir las supersticiones aún vigentes. Para ello utiliza un estilo sencillo, natural y sin artificios retóricos.

La obra más importante de José Cadalso Vázquez son Las cartas Marruecas (1789), donde por medio del género epistolar, presenta un amplio panorama de la vida cultural, social y económica del país, justificando el fracaso de España en la ruina provocada por las guerras, el atraso científico, supersticiones y malas costumbres. Obra de tintes prerrománticos es Noches Lúgubres, que cuenta en forma de dialogo la historia del protagonista que intenta desenterrar a su amada muerta.

Gaspar Melchor de Jovellanos, representó mejor que nadie la síntesis de las corrientes de pensamiento de la época. Su producción se centra en la preocupación por los problemas de España y en ella prima la intención didáctica, aunque con una prosa sobria y elegante de notables cualidades literarias: Informe en el expediente de la ley agraria, y plan general de institución pública.



LA POESÍA

La poesía de la 1ª mitad del siglo fue una continuación de la poesía barroca y no será hasta la 2ª mitad cuando triunfe el arte neoclásico.

La confluencia entre el pensamiento del momento y la literatura, se percibe en un género muy característico de la época: la fábula.

Entre sus cultivadores destacan Félix Samariego quien escribió sus Fábulas Morales, con el fin de ridiculizar defectos humanos como la ambición, la hipocresía y el orgullo. Y Tomás de Iriarte cuyas Fábulas Literarias, recogen las preocupaciones estéticas del neoclasicismo, la utilidad de las reglas, conveniencia de estudiar a los clásicos, la importancia de unir lo útil con lo estético, etc.

El extremeño Meléndez Valdés, quizá sea el poeta lírico más importante del XVIII. Representa la síntesis de las dos corrientes poéticas de la época, la poesía anacreóntica y la poesía filosófica y moral. La poesía anacreóntica está constituida por composiciones de tema amoroso en ambientes bucólicos, en los que se exalta a la mujer y a los placeres de la vida. Poesía alegre sensorial de ritmo ligero y gracioso, ambientes refinados y en los que la naturaleza es el elemento fundamental.

En su poesía filosófica y moral se expresan las ideas filantrópicas de la ilustración y los temas pasan a ser la agricultura, la educación, el trabajo, etc.



TEATRO

Como sucede en la prosa y en la poesía, el teatro de la 1ª mitad de siglo acentúa los rasgos del siglo anterior, Barroquismo del lenguaje y búsqueda del efectismo escenográfico. A partir del Neoclasicismo en las obras teatrales va a predominar la intención didáctica. L a obra tiene que servir para propagar ideas reformistas y educar a los espectadores. Las principales normas que deben cumplir las obras son:

Respetar la regla de las 3 unidades (acción, espacio,
Ofrecer un argumento verosímil: acontecimientos inventados pero que podían haber ocurrido en la realidad.
Mantener el decoro en los personajes, que deben actuar de acuerdo con su condición social.
Atenerse claramente a un género y no mezclar tragedia con comedia.

El dramaturgo más importante es Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) cuya producción son exclusivamente comedias. Sus obras tienen clara intención didáctica y moral y responden previamente al código neoclásico. Los temas que desarrolló en ellos son dos: la libertad de elección en el matrimonio, la igualdad de los cónyuges. Tanto en posición social como en edad. Este es el tema que desarrolló en El viejo y la niña (1790) y El sí de las niñas. En ellas la estructura se ajusta con fidelidad a las normas del neoclasicismo y en su contenido se incluyen las ideas del pensamiento ilustrado, aunque se perciben rasgos sentimentales del prerromanticismo. Otro tema importante en una obra es La comedia nueva o el café satiriza el teatro contemporáneo caracterizado por el exceso del tono melodramático.

El madrileño Ramón de la Cruz representa la línea tradicional del teatro. Sus sainetes recogen el costumbrismo y el sabor popular del Madrid de la época. Los sainetes eran del gusto del público, muy a pesar de los críticos neoclásicos que los consideran un género indigno de ser representado y entre ellos destaca el sainete titulado Manolo crítica de la tragedia neoclásica.



Historia de la poesía


Poesía

La poesía (del griego ποίησις 'creación' < ποιέω 'crear') es un género literario considerado como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.1 También es encuadrable como una «modalidad textual» (esto es, como un tipo de texto).2 Es frecuente, en la actualidad, utilizar el término «poesía» como sinónimo de «poesía lírica» o de «lírica», aunque, desde un punto de vista histórico y cultural, esta es un subgénero o subtipo de la poesía.




Grecia

Originalmente ola perrillos en las primeras reflexiones occidentales sobre la literatura, las de Platón, la palabra griega correspondiente a «poesía» abarcaba el concepto actual de literatura. El término «poiesis» significaba «hacer», en un sentido técnico, y se refería a todo trabajo artesanal, incluido el que realizaba un artista. Consecuentemente, era un término que aludía a la actividad creativa en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía.3 Aplicado a la literatura, se refería al arte creativo que utilizaba el lenguaje. La poesía griega se caracterizaba por que se trataba de una comunicación no destinada a la lectura, sino a la representación ante un auditorio realizada por un individuo o un coro con acompañamiento de un instrumento musical. En su obra La República, Platón establece tres tipos de «poesía» o subgéneros: la poesía imitativa, la poesía no imitativa y la épica. Dado que la reflexión literaria de Platón se halla en el interior de otra mucho más amplia de dimensiones metafísicas, el criterio que usa el filósofo griego para establecer esta triple distinción no es literario, sino filosófico. Platón, en primer lugar, describe la creación dramática, el teatro, como «poesía imitativa» en tanto que el autor no habla en nombre propio, sino que hace hablar a los demás; describe, por su parte, como «poesía no imitativa» a aquella obra donde el autor sí habla en nombre propio, aludiendo en concreto al ditirambo, una composición religiosa en honor de Dionisos; por último, establece un tercer tipo de poesía en el que la voz del autor se mezclaría con la de los demás, los personajes, y ahí es donde sitúa a la épica.



La tablilla sobre el diluvio de la epopeya de Gilgamesh, escrita en acadio. Hay testimonios de lenguaje escrito (oli) en forma de poesía en jeroglíficos egipcios de 25 siglos antes de Cristo. Se trata de cantos de labor y religiosos. El Poema de Gilgamesh, obra épica de los sumerios, fue escrito con caracteres cuneiformes y sobre tablas de arcilla unos 2000 años antes de Cristo. Los cantos de La Ilíada y La Odisea, cuya composición se atribuye a Homero, datan de ocho siglos antes de la era cristiana. Los Veda, libros sagrados del hinduismo, también contienen himnos y su última versión se calcula fue redactada en el siglo III a. C. Por estos y otros textos antiguos se supone justificadamente que los pueblos componían cantos que eran trasmitidos oralmente. Algunos acompañaban los trabajos, otros eran para invocar a las divinidades o celebrarlas y otros para narrar los hechos heroicos de la comunidad. Los cantos homéricos hablan de episodios muy anteriores a Homero y su estructura permite deducir que circulaban de boca en boca y que eran cantados con acompañamiento de instrumentos musicales. Homero menciona en su obra la figura del aedo (cantor), que narraba sucesos en verso al compás de la lira. El ritmo de los cantos no sólo tenía la finalidad de agradar al oído, sino que permitía recordar los textos con mayor facilidad. La poesía lírica tuvo expresiones destacadas en la antigua Grecia. El primer poeta que escogió sus motivos en la vida cotidiana, en el período posterior a la vida de Homero, fue Hesíodo, con su obra Los trabajos y los días. A unos 600 años antes de Cristo se remonta la poesía de Safo, poeta nacida en la isla de Lesbos, autora de odas celebratorias y canciones nupciales (epitalamios), de las que se conservan fragmentos. Anacreonte, nacido un siglo después, escribió breves piezas, en general dedicadas a celebrar el vino y la juventud, de las que sobrevivieron unas pocas. Calino de Éfeso y Arquíloco de Paros crearon el género elegíaco, para cantar a los difuntos. Arquíloco fue el primero en utilizar el verso yámbico (construido con «pies» de una sílaba corta y otra larga). También escribió sátiras. En el siglo V a. C. alcanzó su cima la lírica coral, con Píndaro. Se trataba de canciones destinadas a los vencedores de los juegos olímpicos.




La poesía en lengua castellana se mide según el número de sílabas de cada verso, a diferencia de la poesía griega y de la latina, que tienen por unidad de medida el pie, combinación de sílabas cortas y largas (el yambo, la combinación más simple, es un pie formado por una sílaba corta y otra larga). En la poesía latina los versos eran frecuentemente de seis pies. Por el número de sílabas, hay en la poesía en lengua castellana versos de hasta 14 sílabas, los alejandrinos. Es muy frecuente el octosílabo en la poesía popular, sobre todo en la copla. Las coplas de Manrique se basan en el esquema de versos octosílabos, aunque a veces son de siete, rematados por un pentasílabo. A esta forma se le llama «copla de pie quebrado». La irregularidad silábica es frecuente, incluso en la poesía tradicional. Por ejemplo, en poesías de versos de once sílabas se pueden encontrar algunos de diez o de nueve.

Las estrofas (grupos de versos) regulares, de dos, cuatro, cinco y hasta ocho versos o más corresponden a las formas más tradicionales. El soneto, una de las más difíciles formas clásicas, se compone de catorce versos, generalmente endecasílabos (once sílabas), divididos en dos cuartetos y dos tercetos (estrofas de cuatro y de tres versos), con distintas formas de alternar las rimas. La alternancia de sílabas tónicas (acentuadas) y átonas (sin acento) contribuye mucho al ritmo de la poesía. Si los acentos se dan a espacios regulares (por ejemplo, cada dos, tres o cuatro sílabas), esto refuerza la musicalidad del poema. Mantenida esta regularidad a lo largo de todo un poema, se logra un efecto muy semejante al del compás musical. La poesía del siglo XX ha prescindido en ocasiones de la métrica regular y, sobre todo, de la rima. Sin embargo, la aliteración, la acentuación y, a veces, la rima asonante, mantienen la raíz musical del género poético.

Actualidad



El papel que juega la poesía en el siglo XXI, se encuentra ligado al avance tecnológico y científico. Surgen nuevas corrientes de Poesía, nuevas formas de manifestación, como: la Biopoesia, Metapoesía, la poesía ecologista, la poesía virtual, transmodernista entre otros, además de que asistimos a una renovación o por lo menos un reemprendimiento de ciertos vanguardismos y estéticas críticas, como la poesía de la conciencia. El Día mundial de la poesía fue proclamado por la Conferencia General de la Unesco y se celebró por primera vez el 21 de marzo de 2000. Su finalidad es fomentar el apoyo a los poetas jóvenes, volver al encantamiento de la oralidad y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás artes (teatro, danza, música, etc.)

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El Género Lírico


La lírica 
Pertenece a los géneros literarios, del mismo modo que la narrativa y el drama. Cuando hablamos del concepto “lírica”, estamos aludiendo a todo lo que desciende de la “lira”, es decir, de un instrumento musical que acompañaba – antiguamente – a la poesía cantada; de allí nace esta palabra, que a medida que avanzan los tiempos, ha adquirido otros modos de manifestación, ya no centradas en el canto propiamente tal.




Etimológicamente hablando, la lírica tiene su origen en Grecia, ya que en ese lugar era común oír recitaciones de poesía en sitios públicos, por parte de una persona o de un grupo o coro y esta declamación era en compañía de alguna instrumentación musical, por lo general, de la lira.

En la actualidad la lírica abarca a las obras poéticas en todo su espectro, a las creaciones de carácter subjetivo y de manifestación de sentimientos por parte de un hablante, quien escribe por medio de versos o de rima poética. La lírica se relaciona con la métrica, con la musicalidad y el ritmo. El hablante lírico expresa sus emociones, por ello este género está asociado con la función expresiva del lenguaje. El género lírico no busca ser una fiel representación de la realidad del mundo, ya que esa no es su finalidad inicial, sino la de expresar la interioridad del o los hablantes. El mundo no busca ser representado, pues el mundo de uno no es igual para otro, ya que la lírica apunta a la subjetividad de cada exponente.

Características del Género Lírico


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Posee una voz única dentro del poema, quien enuncia y es el hablante lírico.
Subjetividad, valoración del interior de los hablantes. Éste se mira hacia sí mismo, retrospección.
Traspasa el temple de ánimo del hablante (tristeza, felicidad, angustia, etc.).
El tema de la lírica dependerá de la intención del que expresa, puede ser variado.
Por lo general, la lírica, se escribe en versos; pero también pueden hallarse escritos en prosa poética.
Los poemas poseen un ritmo, que va guiando la lectura y le da un sentido a los versos que configuran cada estrofa.
Los poemas se estructuran teniendo en cuenta la métrica, que es el número de sílabas que componen al texto.
El Hablante y su Actitud Lírica

El hablante lírico es un ser que no existe como tal, es un ente de ficción, el que es creado por el autor. Este hablante expresa su sentir, su interior por medio de la poesía, de una forma directa o indirecta, adoptando una actitud lírica.

Como fue mencionado anteriormente, dentro de las características de la lírica, el hablante posee una actitud determinada al momento de expresarse. Estas actitudes líricas pueden estar entrelazadas entre sí y no manifestarse de modo único dentro del poema, aunque no es algo tajante. De esta forma las actitudes líricas se tipifican en:

La Actitud Enunciativa

Es cuando quien se expresa, el hablante, recurre al algo externo y lo toma para sí mismo y lo da a conocer, lo exterioriza. En este tipo de actitud se utiliza la narración, para poder dar un toque objetivo al poema y “explicar” lo que se ve. Por lo general, el hablante lírico muestra su interior a través de la descripción de paisajes, personas, cosas o hechos. Se utiliza la tercera persona gramatical (él, ella, lo, ellas, ellos, se), asimismo, se asocia a la función referencial o representativa del lenguaje.

“El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo”.

La Actitud Carmínica

Esta es la actitud que tiene que ver con el canto, que es el elemento fundamental de la poesía. Es cuando el hablante lírico expresa su sentir por medio del ritmo y de los versos de cada estrofa y manifiesta su temple de ánimo. Actitud netamente subjetiva. El hablante utiliza la primera persona gramatical (yo, me, mi, nosotros, nos) y está relacionado con la función emotiva o expresiva del lenguaje.

“Tengo hambre de ti,
de tu presencia, de tu fragancia,
de tu poder;
hambre que duele, que debilita,
que desespera, por ti”.

La Actitud Apostrófica

El hablante lírico toma lo exterior y lo traduce en un mensaje al “tú”, su discurso va dirigido esencialmente a un “otro”, a la segunda persona gramatical (sea tú, vosotros, ustedes, os, te, ti) y se expresa con fuerza, intensidad y vigor, interpelando de manera directa al lector; por esta razón, este tipo de actitud responde a la función apelativa del lenguaje. Esta forma de expresión puede adquirir elementos dramáticos en su modo de manifestarse, pues va mezclando la objetividad con subjetividad dentro del poema.

“Si vas para Chile,
te pido que pases por donde vive mi amada:
es una casita, muy linda y chiquita,
que está en la falda de un cerro enclavada.
La adornan las parras, la cruza un estero
y al frente hay un sauce, que llora y que llora
porque yo la quiero.
Si vas para Chile, te ruego viajero,
Le digas a ella que de amor me muero”.

El Motivo Lírico



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Se refiere al tema que se expresa en el poema y que guarda relación con el “objeto lírico”, que es lo que nutre de inspiración al poeta, le motiva e impulsa a crear. El motivo lírico es el resultado de poner al “objeto lírico” por escrito y que se transmita por medio del hablante.

Temple de Ánimo del Hablante

Corresponde al estado anímico del hablante, lo que logra transmitir con sus palabras por medio del poema. Quedan de manifiesto los sentimientos de temor que tenga el emisor o de inseguridad, dicha, regocijo, pesimismo, pesadumbre, rabia, incertidumbre u otros, a través de las líneas que componen el texto. Por ejemplo, en el siguiente trozo el temple del hablante lírico es el amor:

“Por amarte robaría una estrella y te la regalaría,
por amarte cruzaría los mares sólo por abrazarte;
por amarte juntaría la lluvia con el fuego,
por amarte daría mi vida sólo por un besarte”


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